Como sabrán, ahora está de moda reestrenar películas de éxito incluyendo en
ellas el metraje que fue eliminado en su versión definitiva. Esta estrategia
comercial ha llegado a radicalizarse en casos como el de la película Tiburón, dirigida por
Steven Spielberg. Al parecer, en una de las revisiones del guión, el
productor Darryl F. Zanuck decidió que el personaje del tiburón no era lo
suficientemente complejo. “Todo el mundo sabe que los tiburones no muerden
si no están muy cabreados, y aunque el público pueda aceptar que nuestro
tiburón tiene un pronto malo, nadie se creerá que sea tan hijoputa como para
saltar dentro del barco con esta rabia y esta mala leche”. Esto fue lo que
le dijo Zanuck a Spielberg, y el director optó por añadir al guión una
subtrama en la que se reflejara la infancia terrible del tiburón, su difícil
relación con un padre autoritario y con una hermana mucho mayor que le
restregaba continuamente lo bien que le iban las cosas mientras que él, un
tiburón de tres al cuarto, no pegaba golpe. De este modo quedaba explicada
la rabia contenida del animal, convertido finalmente en un psicópata de
libro. Spielberg llegó a rodar todas las secuencias pertenecientes a esta
trama, y Zanuck, al revisar el material, decidió no incluirlo en el montaje
incomprensiblemente. La Universal ha anunciado recientemente el lanzamiento
de Tiburón. El montaje del
director, que al parecer durará más de tres horas y contendrá
música de Elton John.
Hartos ya de la moda del “Director’s Cut”, seis jóvenes londinenses han
fundado una asociación a través de la cual practican el “Audience’s Cut”, es
decir, el montaje del público. Con ello pretenden mejorar algunas de las
grandes producciones culturales de todos los tiempos, eliminando de cada una
de ellas elementos que el público detesta pero que ha ido soportando porque
la calidad del resto de la obra parecía compensarlo. Se trata de una
práctica ilegal porque viola los derechos de autor, pero a pesar de ello ya
circulan clandestinamente productos como el “Pink Floyd LSD-FREE”, un
recopilatorio que reúne toda la discografía de Pink Floyd sin “estos
molestos ruiditos psicodélicos que tocan tanto los huevos”. También David
Bowie ha sido objeto del Audience’s Cut: se han eliminado de toda su
discografía las intervenciones de Brian Eno. Los retoques no afectan sólo al
contenido sino también a la estética de las obras: han sido suprimidas todas
las portadas originales de los discos de Iron Maiden, alegando que “una cosa
es la trasgresión y otra el mal gusto”. La literatura también ha sido objeto
de revisión: “de Hanif Kureishi hemos suprimido todas las referencias al
Pakistán porque la cosa ya cansa, y su último libro nos lo hemos cepillado
entero porque sólo habla de su padre y esto a nadie le interesa”.
Evidentemente, el cine es el objeto preferente de esta práctica antisistema:
“hemos tenido serios problemas con las películas de David Lynch, porque mola
cómo están filmadas pero el guión es siempre una puta mierda. Claro, si te
cargas el guión te cargas la película entera. Finalmente decidimos quitar el
sonido, y algo han ganado”. Las autoridades europeas han expresado su más
profundo rechazo a la iniciativa de estos seis rebeldes londinenses,
principalmente porque pone en peligro toda la producción del cine europeo de
arte y ensayo.