Senilidad, divino tesoro
13 de diciembre de 1961.
Estimado señor Levian,
Iré al grano, no me voy a detener en vacuas cortesías. Estuve en París hace dos semanas y pude adquirir en una librería una de “sus” obras, “Silencio y respiro”. Creo que las consecuencias ya las supone. No se ha limitado a copiar el título de mi segunda publicación –eso sí, en correcto francés- sino también a reproducir, punto por punto, el argumento, los capítulos, los giros y las expresiones que –con habilidad, lo admito- ha podido conservar de mi original alemán. Hasta cierto punto me compadezco de usted por la vergüenza que le habrá causado mi descubrimiento (debería haber supuesto que los alemanes en ocasiones también visitamos Francia). Espero, por supuesto, una explicación que aventuro insatisfactoria al tiempo que consulto el tema con mis representantes legales.
Suyo,
J. J. Klein.
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23 de diciembre de 1961.
Estimado (y apreciado) señor Klein,
Recibir noticias suyas me ha emocionado por lo mucho que le admiro como escritor y como persona, pero no me ha avergonzado en modo alguno, como enseguida comprenderá. Su enfado se debe a un malentendido: el libro que usted compró es el suyo, yo soy su traductor oficial al francés, trabajo para Gallimard con Monsieur Guillot, al que me consta que conoce. Basta con que se fije usted en la portada, donde aparece su nombre y, sí, efectivamente, también el mío –mucho más pequeño- en calidad de traductor al francés. Imagino que ahora mismo se está usted riendo de todo lo acontecido. Espero que en breve podamos regocijarnos juntos con la anécdota en el Caffè Di Fiore, donde se habla mucho de usted y de su trayectoria intelectual.
Suyo,
Bernard Levian.
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2 de enero de 1961.
Levian,
Antes que nada, le pido por favor que se levante, que eche un vistazo a la estancia en la que se encuentra y se aproxime a la ventana más cercana. Y ahora deje que hable su silencio. Lo oye, ¿verdad? ¿Lo nota? Ese ligero temblor en el cristal. Un temblor que sin duda alguna proviene de Frankfurt. Concretamente, de mis explosivas carcajadas. Porque me estoy riendo, efectivamente, tal como usted suponía. Me río al comprobar que a “Silencio y respiro” debemos añadir también “Frío certero”, “Relatos de la angustia” y –llegando ya al límite del despropósito- un relato para niños que publiqué a los dieciséis años, “Gargantilla y lentejuelo.” Tiene usted suerte porque no percibe el amargo aliento de mi furia, pero vamos a dejar que el tiempo haga su trabajo. Vamos a dejar que su carrera cimentada en el engaño y el plagio le sepulte en el vómito de su propia vergüenza. Todo esto saldrá a la luz, me encargaré de ello. Y entonces dejará de ser escritor "de la France" para ser una vulgar rata con una vida absurda y vacía. Con una vida muerta.
J. J. Klein.
PS. Aquí en Alemania también se habla de su trayectoria intelectual. Su apellido es ya sinónimo de roedor maltrecho.
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7 de enero de 1961.
Distinguido señor Klein,
Espero que haya recibido las aclaraciones que le han hecho llegar desde la editorial para la cual trabajo, Gallimard. Desde hace trece años ejerzo de traductor al francés. He traducido a Gründ, Lebster y a varios existencialistas de su patria. Publiqué una crítica de “Frío certero” en “Religatio” y en su momento usted mismo declaró sentirse complacido por la misma, tengo el recorte que lo atestigua. Se me considera el mayor experto en Jürgen J. Klein de Francia. Mi trabajo es el de traductor, insisto, no soy escritor ni lo pretendo. Sus obras son suyas, también las que están traducidas por mí. Este asunto, y en especial su indignación, me tiene completamente turbado.
A la espera de que reciba todas las explicaciones necesarias por parte de la editorial y de que se dé cuenta del error en el que incomprensiblemente persiste, me despido afectuosamente.
Bernard Levian.
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8 de Febrero de 1961
Rata absurda (permítame la confianza),
He pasado unos días tranquilos. “Alejándome de la obsesión”, como recomendaron mis amigos. Pero alejado también de la verdad y de la justicia, y bien consciente de ello. Aún y así Chopin y la lectura me serenan y, como digo, he pasado unos días moderadamente apacibles. Pero hoy, mientras me afeitaba, mi traviesa y cruel imaginación me ha obsequiado con la estampa de un francés delgado y pálido que, como yo, se estaba afeitando e imitaba todos mis movimientos con galo amaneramiento. Y del cerco de mis labios ha salido de repente, con el frenesí de un estruendo largamente reprimido, la expresión “rata absurda”. Es usted un cínico y absurdo ratón de callejuela y deseo con fervor su sufrimiento de roedor taimado.
J. J. Klein.
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10 de Febrero de 1961
He soñado su muerte, rata absurda. He soñado con mil pájaros negros furiosos y encerrados en su tumba, macerando su cuerpo de carnes laceradas. He soñado que despertaba y que allí seguía ese cadáver. ¿Quiere que le diga cuál es el título de la novela que acabo de terminar? ¿Quiere que se lo ofrezca ya traducido al francés? "Absurde rat".
Klein.
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11 de febrero de 1961.
Rata rata rata rata rata rata rata. IMPOSTOR. RAT! ABSURDE RAT!
No tiene excusa y lo sabe. No tiene vida y lo sabe. Es usted una sombra. Es usted UN RATS!
K.